domingo, 28 de octubre de 2012

Caracas, el Caribe y el Centro Asturiano

Soplando las velas en el 58 Aniversario del Centro Asturiano de Caracas.
Digamos que el fin de semana pasado no cuenta, turísticamente hablando. Culturalmente en cambio fue una buena bienvenida: dos noches 'tomando' ron venezolano, con vistas al Ávila hasta que aparecía el sol, y con un concierto de la Simon Bolivar para limpiar resaca y poner broche final el domingo.
Este fin de semana sí que sí, completo cultural y turísticamente.
Con la alegría en el cuerpo de haber firmado contrato en una escuela privada de piano llamé a dos amigas que me sacaran de girl's friday night. Aprétense los cinturones, o mejor los vestidos, y enfúndense en sus mejores tacones. Vanessa es una periodista venezolana que me explicaba las elecciones con emoción y rabia, y Carola, una pelirroja periodista catalana corresponsal de la agencia EFE, que me preguntaba si yo era catalana. No me sorprendió; fonéticamente Teberga sigue usando vocales palatales.
La noche venezolana está plagada de miradas. 'El juego de las miradas' lo denomina un conocido, aquel juego de todo el mundo mira a todo el mundo de forma coqueta aunque estén bailando con su pareja. Me explica Vanessa que los venezolanos 'son muy ambiguos' y la monogamia es un bien que escasea.
Ayer sábado madrugamos ambas tres, y con una nueva compañera de aventuras -Elena, economista catalana- nos fuimos a la playa del Caracolito, a dos horas de Caracas.
Las autopistas son una aventura en este país. No hay límite de velocidad, pero tampoco se ve que los carros vayan a más de 100km/h. El arcén derecho es el carril del espabilao, o el carril rápido; aunque también es porque el que van motos en dirección contraria. Los intermitentes no se usan, y en cambio uno va tan alerta que no nota peligro en esta forma de conducción que en nuestras casas veríamos como temeraria.

La autopista está rodeada de verde, así es el país, y cuando uno llega a la costa y aparca, tarda unos metros en dejar la espesura atrás y ver el mar. Los colores cambian y ya sólo la paleta de azules y verdes cuenta, y los olores a frutas y pescado fresco que venden en la Lunchería.
Las playas están llenas, pero los grupos que se forman son diferentes a los españoles. Aquí se viene en familia, con la cavita (neverita) llena de alcohol y mezclas, fruta, y cómo no, con la música a tope. Cada mesa o lancha anclada compiten en greatest hits del reggaeton, y los cuerpos idílicos de venezolanas que uno se imagina no aparecen por ninguna parte. Esas están en lanchas privadas. "Las niñas bonitas no las verás en la calle, sólo viajan en carro"; aquí en la playa estamos las mortales, pues.
En la playa no te falta camarero privado. A Caracolito se llega en lancha desde Puerto Francés. Todo pasó muy rápido: la autopista, el camino, el muelle, la lancha, la bebida de bienvenida, las tortas de plátano frito.. Pero de repente una está en el agua y se para el mundo. Ahí sola pude recapacitar y darme cuenta de la burbuja que parecía que estoy viviendo. Dar clase por las tardes, acompañar, montar repertorio, y pasar el fin de semana en el Caribe. Suena idílico, pero es mortal y cercano, se puede hacer. No me haré rica al estilo que algunos piensan, pero sí en experiencia de vida.

El broche final al fin de semana fue recibir una invitación de Ana Gloria Somoano, presidenta del Centro Asturiano de Caracas, para asistir al brindis del 58 Aniversario del centro. Hugo y yo fuimos. El centro tiene restaurantes, bolera asturiana, capilla a nuestra señora de Covadonga, grupo de baile, de gaitas, coro y una piscina con las mejores vistas de Caracas. Nos sentaron en la mesa presidencial, nos presentaron a todo el mundo, y nos trataron genial. Cantamos, contamos historias...
Ahora tramitaré mi membresía y el fin de semana que viene tocaré en el centro el piano con Marino, el director del coro, y empezará una bonita etapa de fines de semana como en casina. Pero a 6.700km.
Mamá, papá, (a mi hermano no me dirijo porque ni me lee) ésto no me hace más feliz que casina, ni me voy a quedar, no os preocupéis! En Navidad me tenéis ahí, después del concierto final del 8 de diciembre con mis niños. :)
Caracas continúa, empieza la tercera semana, y tengo una estabilidad de clases, y varios conciertos que acompañar. Ya con la vista en la playa a descubrir el fin de semana que viene!
SaraIllana

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