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¿Tomas algo para ser feliz?
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Sí, decisiones.
Aunque no siempre el destino viene con gps, a veces las
coordenadas son todo menos exactas y los desvíos te envían camino al paraíso,
que se encuentra debajo de tus sábanas y, tú sin saberlo. A veces lo único que
nos hace falta es marcharnos de nosotros mismos una temporada para coger
perspectiva y volver con fuerza o decidir no volver, (a gusto del consumidor).
La vida no es eso que pasa mientras esperas. La vida, para mí, son
las consecuencias y casualidades de la que quieras formar parte, y la única
manera de participar es arriesgando (más o menos), pero arriesgando. Me
explico: consecuencias porque todo lo
que sube baja, lo que va, suele volver de una u otra forma y, porque el tiempo
nos pone a todos en nuestro sitio (antes o después). Y, casualidades, porque
negar el porcentaje de suerte que hay en
todo esto sería demasiado inocente (y ya
vamos cumpliendo primaveras).
Cómo explicar sino que haya caído en manos de los gallegos más
hospitalarios que hay en toda Italia, que tenga un piso estupendo (y barato!)
en el Pratello con una madrileña que poco le falta ya para ser la hermana mayor
que nunca tuve y, dos alessandros con los que una se siente ya casi casi
italiana. Qué explicación tiene que cuando tengo porfín que cambiar el
learning, es para meter las asignaturas que quería coger desde un principio y
pensaba inexistentes este curso. Además,
llueve solo cuando mi trayecto está porticado completamente.
A quí de repente una noche amaneces carbonara en Zamboni, y a la
siguiente pasas una de risas e ironías con ingenieros valencianos perdidos por
la città rossa y no hay un porqué de diccionario detrás de cada anécdota, y es
mejor así. Son las casualidades de cada uno las que hacen nuestro Erasmus
nuestros y, que nos quiten lo bailao!
En los dos años que llevaba en Madrid hubo una frase de esas de
película, que rondó mi cabeza noche sí y noche tambien: Estoy esperando la casualidad más grande de mi vida….. Cuanto daño
hacen las películas. Y es que quien escribió ese guión estaba muy equivocado.
Las casualidades, y más aún las más grandes, no se esperan en ninguna parada.
Vienen y punto, de golpe y de frente para arrancar de raíz todos tus principios
y finales, dejándote delante a un libro en blanco con un boli en la mano.
Palmadita en la espalda y a seguir, que es lo que toca.
Bologna enseña a base de trampolines de los que ya me tiro con
estilo y un finde fuera de casa, a muchos trenes de distancia, muestra que el
miedo que tenía al transporte ferroviario queda atrás el momento en el que
necesitas que se quede atrás.
Pues eso que caminante no
hay camino, se hace camino al andar, y en eso estamos, sin internet todavía, pero en eso estamos.
@SaraLee
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