miércoles, 7 de noviembre de 2012

Venezuela turisteando: Choroní y sus playas.

Parque Nacional Henri Pittier, en el estado de Aragua

Digamos que dispones de 48 horas libres en Venezuela y quieres disfrutar de sol, Caribe, pescado fresco, ron y bailes autóctonos... Atractivo fin de semana verdad? Pues mete el bañador y la toalla en la mochila, unos 100€ al cambio, y muucha paciencia para aguantar el posible tráfico :) Y yo os explico cómo:

Sábado. Lo ideal para ir a Choroní desde Caracas es salir bien tempranito. Tardaremos en coche unas 3h, que pueden ser hasta 7h si el tráfico así lo decide! Y es que el tráfico es así de caprichoso, ya sea por accidentes o porque todos hayan decidido ir a la playa el mismo día que tú. Para los españoles puede sorprender que pensemos en meternos en coche tanto tiempo para disfrutar de la playa; es cierto que las hay más cerca, pero para ir dos días Choroní y sus playas sin duda merecen la pena.

Nos dirigimos al oeste por la Autopista Regional del Centro hacia Maracay, donde hacemos nuestra parada para desayunar unas arepas. Estamos a medio camino, dejamos la autopista y a partir de aquí vendrán las curvas. Vamos a atravesar el Parque Nacional Henri Pittier hacia el norte hasta llegar al Caribe; hay únicamente dos carreteras para ello, la que lleva a Independencia y la que lleva a Puerto Colombia, puerto de Choroní. Nos dirigimos hacia esta segunda opción. 

Playa Grande, Choroní, al atardecer.

Un poco de historia: Henri Pittier era un botánico y geógrafo suizo muy importante en su campo. Trabajó en Puerto Rico, en México, Colombia y muchos otros países de Sudamérica donde ayudó a fundar institutos meteorológicos, museos de ciencias naturales y escribió libros y publicaciones sobre fauna autóctona, hasta que se instaló en Venezuela para trabajar en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Aquí instalado, a la edad de 62 años, ayudó en la investigación en el campo de botánica, y creó el primer parque nacional de Venezuela en 1937, llamado el Rancho Grande. A su muerte este parque recibió su nombre en honor a su labor.
El parque tiene 1078 km2 y en alturas va desde el mar hasta el Pico Cenizo, de 2.436msnm. Y esto es algo que experimentamos en las curvas de la carretera. (más info sobre el Parque Nacional Henri Pittier.)
Para llegar a Choroní hay que subir mucho y bajar aún más! (Atención visitantes, preparen las pastillas de mareo) Las vistas del parque merecen la pena, las cañas de bambú alcanzan los 20m, los mosquitos una media de 30 picaduras, y las veces que te cruzas con un autobús y tienes que parar para que haga maniobra en las curvas son incontables.

Pargo con tostones, playa Chuao.
Plátano frito, ensalada y camarones.
 Al final la recompensa aparece en forma de casas de colores vivos, chillones. Choroní embriaga al visitante con su apariencia arquitectónica enclavada en el siglo XVIII. La mejor manera de disfrutarlo es alojándose en una de las tantas posadas que ofrece el pueblo. Agarrar un peñero que te lleve a una de sus playas (Chuao, playa Valle Seco, Cepe..) o paseando hasta Playa Grande.
Llegando a mediodía, el sábado dejamos todas nuestras cosas en la posada CasaGrande, y un peñero nos lleva hasta Chuao. Chuao no sólo es una playa hermosa, su pueblo es el mayor productor desde hace 400 años de la semilla del cacao criollo, cacao de alta calidad y en peligro de extinción. En la playa abundan chiringos con pescado fresco, posadas en las que pasar la noche, y una zona donde la acampada, como en todas las playas del país, es legal (aunque no recomendado por el calor nocturno y sus mosquitos!).
En el chiringuito de Juan Velocidad (todo un personaje) nos comemos un pargo, pescado de la familia de los besugos, rosado, con tostones de plátano frito y ensalada. Todo acompañado de cervezas, jugos y ron. La playa invita a pasear, el sol quema, y el agua es completamente cristalina.

Con Carola llegando a Chuao en peñero.
Por 50BsF los peñeros te devuelven al pueblo a las 16.30, ya que empieza a atardecer. A partir de aquí el plan es disfrutar de la piscina de la posada, cenar en el pueblo (esta vez una catalana, pescado también), e ir al malecón a oir los tambores y la gente bailar a su ritmo. El baile es en parejas, de carácter agresivo, como si fuera una lucha y con ritmos sexualmente muy marcados (muestra en vídeo aquí). Los vemos mientras disfrutamos de una Guarapita, bebida típica hecha con aguardiente, cerveza, ron, jugo de limón, jugo de maracuyá y mucho, mucho azúcar...
El domingo amanece seminublado, andando en 15min llegamos a Playa Grande, la playa de Choroní. Famosa por el palmeral que la delimita, por los vendedores de coco y las olas, lugar de surfistas. El día pasa rápido entre sol, que aparece al final de la tarde, la comida, y la charla entre amigos. Nos hemos encontrado un grupo de doce personas españolas y venezolanas (y un italiano) para pasar dos días que han asegurado desde las risas, la ruta gastronómica, los enfados por la impuntualidad española, la vida nocturna, pero sobre todo el relax. La vuelta a Caracas se celebra parando en una Churrasquería a cenar. Mañana lunes la semana empieza con fuerza y con ganas.
48 horas son más que suficientes para conocer otro pedacito de historia y geografía de Venezuela aquí al lado.
Para saber más, links recomendados:
Las mejores recetas de la gastronomía de Choroní en aquí.
Turismo en Chuao.
Fotos del fin de semana en el Instagram de saraillana.

SaraIllana. :)



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